El Candidato Presidencial, del PRI Enrique Peña Nieto, hizo estallar la indignación de los estudiantes de la
Universidad Iberoamericana cuando buscó justificar su actuación en la
represión de San Salvador Atenco en el 2006. Adelantó con ello lo que
podría ser su gobierno en caso de llegar a ser Presidente de la
República.
Por vez primera, desde que inició su campaña, Peña
Nieto se vio ante un electorado real; las cámaras de televisión dejaron
de favorecerle, la imagen del dicharachero, coqueto y activo a la hora
de tomarse fotos con las mujeres, se desvaneció. Se evaporó.
Peña
Nieto pospuso en más de una ocasión su visita a la Iberoamericana;
buscó en su lugar los reflectores del programa de espectáculos de Maxine
Woodside, pero este viernes, engallado por haber salido ileso de la
entrevista con Carmen Aristegui, pisó territorio iberoamericano.
Desde su llegada a la Ibero, el aspirante priista fue abucheado por unos
y vitoreado por otros; y aunque los estudiantes lo evidenciaron por su
pobre lenguaje y su desconocimiento de algunas palabras (entre ellas la
de “anomia”), los primeros minutos el mexiquense se mantuvo ileso.
Incluso
echado para delante, decidió utilizar sólo 20 de los 40 minutos que
tenía como exposición “para dar más tiempo a las preguntas”.
En
todo el tiempo el fantasma de Atenco lo persiguió pero no atendía las
preguntas. Ya se había despedido Peña Nieto cuando dio marcha atrás y,
engallado, dijo que a pesar de haberse despedido quería responder a lo
del caso Atenco.
“Sin duda dejé muy firme la determinación del
gobierno de hacer respetar los derechos del Estado de México. Tomé la
decisión de emplear la fuerza pública para mantener el orden y la paz…
los incidentes se sancionaron… la acción fue en legítimo derecho de usar
la fuerza pública para restablecer la paz y el orden…”, dijo ante un
auditorio repleto de hombres, mujeres y maestros.
El cinismo de
Peña Nieto enfureció a los estudiantes, quienes en cartulinas le
restregaron que ellos sí tienen memoria, que son estudiantes y sí leen.
El Polìtico fue cuestionado por los estudiantes de la institución que le gritaron
"ladrón", "asesino", "Atenco no se olvida", entre otras cosas. Algunos
jóvenes utilizaron máscaras con el rostro del ex presidente Carlos
Salinas de Gortari, con el que se acusa tiene una relación cercana.
Muchos
de los universitarios se quedaron con la certeza de que ante alguna
demanda ciudadana, el hoy candidato priista podría recurrir a la fuerza
pública en caso de llegar a la Presidencia, como ocurrió en Atenco,
donde una veintena de mujeres fueron vejadas y algunas violadas.
También
recordaron los feminicidios en el Estado de México durante el gobierno
peñanietista y decidieron, literalmente, correrlo de la Ibero.
Afuera, en el auditorio, los estudiantes no dejaron de gritarle
“¡Asesino!”, y más tarde el grito se transformaría en una definición:
“¡Cobarde!”
Y es que, acorralado por la persecución de los
estudiantes, Peña Nieto aceleró el paso de un edificio a otro buscando
una pronta salida.
“Sólo las ratas se van por las alcantarillas”,
gritó una joven llena de rabia y frustración porque no pudo encararlo.
Otros, como los que se lo toparon a la salida del baño de hombres, donde
por unos minutos se agazapó, celebraron porque al fin pudieron decirle
en su cara el grito que todos coreaban: “¡¡La ibero no te quiere!!”
La visita a la Ibero, el recibimiento, el rechazo, la escurridiza
escapada cual Houdini, corrió como reguero de pólvora en los medios
cibernéticos.
La dirigencia nacional del PRI, sus “jilgueros”, los
seguidores de Peña Nieto, no pudieron ocultar lo sucedido. Mientras, en
Youtube se daban a conocer varios videos que los estudiantes subieron
velozmente a la red social.
El candidato del PRI le dio certezas a
los estudiantes y reforzó lo que previamente, en el noticiero de
Aristegui, había comentado sobre el uso de la fuerza, cuando dijo que no
estaba bien fundamentada la denuncia ciudadana en contra de Felipe
Calderón por utilizar la fuerza pública como al Ejército para atacar al
narcotráfico.
Peña Nieto dijo que siempre, actuando legalmente,
el Estado tiene la obligación de mantener la paz y el orden. Así lo
estableció en el noticiero y así lo refrendó en la Iberoamericana.
Los chicos de la Ibero, a quienes en tono de chunga la sociedad en
general se refiere, demostraron que saben escuchar y tienen claridad en
lo que no quieren: otro gobierno que con la ley en la mano puede caer en
excesos. Y que con el estandarte de presuntamente mantener la paz y el
orden se dé pauta para vejar a una población indefensa.
Más inteligentes que los políticos, más frescos y más valientes resultaron los estudiantes de la Universidad Iberoamericana.
Pero también hay que decir que Peña Nieto mostró temple en un inicio.
Aceptó finalmente acudir a un terreno que, por el recibimiento tan
caluroso y amoroso hacia Andrés Manuel López Obrador, se veía hostil.
El
exgobernador mexiquense se atrevió pero nunca esperó que la magnitud
del repudio sería de esa magnitud, y menos que le daría la vuelta al
mundo vía redes sociales.
Los estudiantes de la Ibero le dieron a
este proceso un giro de 180 grados; difícilmente la siguiente encuesta
de Roy Campos podrá decir que Peña Nieto tiene 20 puntos delante de su
siguiente competidor.
Difícilmente el rector de la UNAM, José
Narro, se podrá negar nuevamente a proporcionar espacios para los
candidatos, pues es lo mínimo que se esperaría de esa casa de estudios.
Hace algunas semanas, el candidato Andrés Manuel López Obrador pidió el
estadio para hacer un mitin y el rector se lo negó. Sin embargo, las
universidades privadas se mostraron más gallardas y pusieron su granito
de arena para el debate libre de ideas.
Esperemos que la UNAM siga esos pasos.
Pero así como muchos quieren ver a López Obrador en la explanada de la
UNAM, como en 1988 y 1994 lo hiciera Cuauhtémoc Cárdenas, así gran parte
del electorado quiere ver a Peña Nieto, a Josefina Vázquez Mota y a
Gabriel Quadri.
Las universidades son espacios para debatir, son
terreno de la democracia, y ahora los estudiantes de la Ibero lo
demostraron a todo el país, y sobre todo, a Peña Nieto a quien, por
cierto, el viernes nadie le pidió una foto.
Y así como lo
sucedido en la Ibero fue inédito, también lo es la convocatoria
anunciada por las redes sociales para una marcha-protesta en el Zócalo
de la Ciudad de México, con la que se buscaría expresar el rechazo
ciudadano al candidato del PRI, Peña Nieto.
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